El olor a anciano existe y según la ciencia comienza a notarse a partir de los 30 años

No es un olor que tenga que ver con el descuido personal o la falta de aseo, sino que tiene que ver con la edad y con cambios en la propia química del cuerpo, la cual se va transformando con el pasar de los años.

Es más notorio a partir de los 60, pero desde los 30 tu cuerpo ya comienza a segregar las moléculas que te dan olor a “viejito”.

EL olor corporal a través de la edad

El olor corporal, una expresión única de nuestra química interna, no es estático a lo largo de nuestras vidas. Desde la infancia hasta la vejez, nuestro cuerpo experimenta una serie de cambios que se reflejan en los aromas que emitimos.

Estos cambios están vinculados directamente a la compleja interacción hormonal y bioquímica que define nuestro desarrollo y envejecimiento. La percepción de estos olores ha intrigado a científicos e investigadores, quienes tratan de encontrar cómo funciona en la química de nuestro cuerpo.

Los cambios hormonales y el olor a anciano

A medida que avanzamos en edad, nuestro cuerpo experimenta fluctuaciones hormonales significativas que impactan en nuestra composición química y, por ende, en nuestro olor corporal. El aumento en la producción de lípidos en la piel es una de las manifestaciones más evidentes de estos cambios hormonales.

Paralelamente, nuestra capacidad antioxidante natural disminuye con el tiempo, lo que conduce a un aumento en la peroxidación y, en consecuencia, a un cambio en nuestro aroma corporal. Este fenómeno es lo que comúnmente se conoce como “olor a viejo”, una expresión que ha trascendido las barreras lingüísticas y culturales para describir el aroma característico de las personas de cierta edad, independientemente de su nivel de higiene personal.

Aunque el término “olor a viejo” puede tener connotaciones negativas, este aroma no necesariamente debe ser visto como algo peyorativo. De hecho, para muchas personas, este olor evoca recuerdos cálidos y reconfortantes asociados con sus abuelos y seres queridos mayores.

La ciencia detrás del “olor a viejo”

Investigaciones recientes, como el estudio publicado en la revista Plos One titulado “El Olor de la Edad: Percepción y Discriminación de los Olores Corporales en Diferentes Edades”, han revelado que los cambios en el olor corporal relacionados con la edad probablemente no estén vinculados a la higiene personal, sino más bien a la interacción compleja de compuestos de olor y bacterias en la piel.

Entre estos compuestos, destaca la molécula 2-nonenal, que se produce de forma natural en la dermis como resultado de la peroxidación lipídica y cuya concentración aumenta con la edad (en mayor cantidad a partir de los 30 años), afectando así el olor corporal.

la molécula 2-nonenal: Una mirada a su composición y aroma

La molécula 2-nonenal, clasificada como un aldehído, presenta una estructura química distintiva que la define. Con una cadena alifática de nueve átomos de carbono y un grupo funcional aldehído en el extremo de la cadena, el 2-nonenal es responsable de impartir ese característico “olor a viejo”.

Según el Dr. José María Antón, investigador en biotecnología para el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el aroma de esta molécula se describe comúnmente como reminiscente de nueces con notas de aceite rancio.

Es interesante notar que, según la investigación, la producción de estas moléculas responsables del mal olor comienza a aumentar a partir de los 30 años, lo que coincide con el inicio de la transición hacia la madurez biológica en los seres humanos. Este hallazgo subraya aún más la complejidad de los cambios bioquímicos que experimentamos a lo largo de nuestras vidas y su impacto en nuestra experiencia sensorial del mundo que nos rodea.

Para concluir

El olor corporal es una manifestación de nuestra biología en constante evolución. Desde la infancia hasta la vejez, nuestros cuerpos experimentan una serie de cambios hormonales y bioquímicos que se reflejan en los aromas que emitimos. El “olor a viejo”, aunque a menudo asociado con el envejecimiento, es más que una simple señal de edad; es un testimonio de la complejidad de nuestro cuerpo y de cómo la química interna puede influir en nuestras percepciones y experiencias.


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