El lento y doloroso final del hombre que recibió la mayor cantidad de radiación: Su cuerpo literalmente se caía a pedazos

El 30 de septiembre de 1999, un terrible accidente en la planta de energía nuclear de Tokaimura, Japón, conmocionó al mundo. Tres trabajadores, incluido Hishashi Ouchi, se vieron expuestos a niveles mortales de radiación.

Este incidente no solo reveló las peligrosas fallas en los protocolos de seguridad de la planta, sino que también dejó al descubierto los horrores de la radiación extrema en el cuerpo humano.

El accidente en la planta de energía nuclear de Tokaimura

El día del accidente, el 30 de septiembre de 1999 a las 10.35 de la mañana, Ouchi y sus colegas estaban realizando una tarea rutinaria: mezclar uranio enriquecido con ácido nítrico en una cuba de precipitación mientras elaboraban combustible para reactor nuclear.

planta de energía nuclear de Tokaimura
Olanta de energía nuclear de Tokaimura en Japón.

Sin embargo, un grave error humano desencadenó la catástrofe. Los trabajadores añadieron una cantidad excesiva de uranio al recipiente, superando enormemente los límites de seguridad. Esta sobrecarga provocó una reacción nuclear descontrolada, generando una intensa emisión de radiación gamma.

La exposición y sus consecuencias

Ouchi, junto con sus compañeros, fue bombardeado con una dosis letal de radiación. En el caso de Ouchi, su cuerpo absorbió una cantidad de radiación tan descomunal que los médicos apenas podían creerlo. Los niveles de radiación registrados en su cuerpo superaron los 17 sieverts, una dosis letal que excede con creces cualquier esperanza de supervivencia.

Accidentes de Tokaimura
Representación del accidente nuclear en la central de Tokaimura.

En comparación, una exposición de tan solo 1 sievert es suficiente para causar daños graves en el cuerpo humano. Es decir, la dosis recibida era miles de veces superior a la que puede recibir una persona sin sufrir daños severos. De acuerdo a la información de algunos medios de comunicación, la cantidad fue similar a carga radioactiva que se generó en el epicentro de la explosión de la bomba atómica de Hiroshima.

Pero Hishashi Ouchi y sus compañeros no fueron los únicos afectados, en total cerca de 150 personas en la planta y alrededor de ella recibieron dosis menores de radiación. Además de esto, como medida de precaución se evacuaron a las personas más próximas en un perímetro de unos 10 kilómetros.

La agonía de Hishashi Ouchi, el hombre que recibió la dosis más alta de radiación

La situación de Hishashi Ouchi en el Hospital de la Universidad de Tokio era desgarradora. No solo estaba enfrentando los síntomas devastadores de la radiación, sino que también estaba librando una batalla contra el tiempo. Los médicos, conscientes de la gravedad de su condición, recurrieron a todos los medios posibles para salvarlo. Se le administraron transfusiones de sangre (hasta 10 por día) y se le suministraron dosis masivas de antibióticos para combatir las infecciones que amenazaban su vida.

Hisashi Ouchi siendo llevado de emergencia al hospital
Hisashi Ouchi siendo llevado de emergencia al hospital

A pesar de los esfuerzos heroicos del equipo médico, la salud de Ouchi continuaba deteriorándose rápidamente. Su sistema inmunológico estaba completamente comprometido, dejándolo vulnerable a cualquier enfermedad oportunista. Cada día que pasaba, sufría una agonía insoportable, con su cuerpo desmoronándose lentamente bajo el peso de la radiación.

Sus glóbulos blancos habían sido prácticamente aniquilados y sus células estaban destruidas por completo sin posibilidad de recuperase. A los pocos días la piel se le comenzó a caer y aunque le hicieron injertos, estos tampoco funcionaban.

Para Ouchi cada día era terriblemente peor que el anterior. Su cuerpo se deterioraba rápidamente, sufría de hemorragias internas constantes y pérdida de todo tipo de fluidos corporales a través de lo que le quedaba de piel. Incluso llegó a sangrar por los ojos.

Los médicos también se enfrentaron a un dilema ético. A medida que la situación de Ouchi empeoraba, algunos cuestionaban si continuar con el tratamiento era lo más humano. Sin embargo, detener el tratamiento significaba dejarlo morir en agonía, una decisión que pesaba sobre los hombros de todos los involucrados en su cuidado. Por su parte Ouchi llegó a pedir que lo dejaran morir.

Finalmente, después de 83 días de sufrimiento indescriptible, Hishashi Ouchi falleció el 21 de diciembre de 1999. Su muerte marcó el final de una de las batallas más desgarradoras y trágicas contra la radiación. Aunque su vida se apagó, su legado sirve como un recordatorio constante de los peligros inherentes a la radiación y la necesidad de salvaguardar la seguridad en todas las instalaciones nucleares.

El dilema ético y médico en el caso de Hishashi Ouchi

El caso de Hishashi Ouchi planteó dilemas éticos y médicos difíciles. Los médicos estaban atrapados entre el deber de salvar vidas y el sufrimiento insoportable de su paciente. A pesar de sus esfuerzos, era evidente que Ouchi no tenía posibilidades de recuperación. Sin embargo, detener el tratamiento significaba dejarlo morir en agonía.

Durante 83 días, Ouchi resistió una agonía inimaginable hasta que su cuerpo sucumbió a las lesiones causadas por la radiación. Su muerte no solo fue el final de una angustiosa batalla por la vida, sino también un recordatorio sombrío de los peligros inherentes a la energía nuclear.

Muerte de su compañero y pena para los responsables

Ouchi no fue el único en estar expuesto a una dosis letal de radiación, también fue el caso de su compañero Masato Shinohara, quien falleció el 27 de abril de 2000, luego de varios meses de doloroso tratamiento.

En abril de ese mismo año se abrió un juicio penal contra seis funcionarios de la compañía JCO (propietarios de la planta). La condena para el jefe de la planta, Kenzo Koshijima, fue de tres años de prisión y un pago de unos 500.000 yenes (alrededor de 4500 dólares).


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